jueves, 30 de abril de 2009

Paranoia

Oigo pasos detrás de mi.
Tiene que ser un tipo que ha tenido un mal dia en el trabajo. Quizás lleva oculto una pistola bajo la chaqueta, o una porra eléctrica de esas que pueden dejarte sin sentido en un instante. Quizás lleva un bote de cloroformo en el bolsillo, y lo esta destapando con una mano y empapando un trapo con ella. Me cogerá por sorpresa por la espalda y me tapará la boca con el paño, haciendo que el cloroformo inunde mis pulmones. Mi actividad neuronal empezaría a bloquearse, hasta que mi sistema nervioso central quede totalmente en silencio, como la superficie de un lago, como un cadáver flotando en el espacio.
Una furgoneta aparecerá por la esquina, y unos tipos me lanzarán dentro. Me despertaré varias horas después atado a una tabla; o eso es lo que dicen. Dicen que para extraerte los óganos tienen que mantenerte vivo y despierto, por algo de que se conservan mejor los órganos. No creo que sea cierto.
O quizás es un psicopata. Me perseguirá hasta mi casa, y luego empezaré a ver cartas en el buzón, escritas con recortes de revistas, en la que dice como se corta pedazos del cuerpo, y como me hará a mi lo mismo.
P.D: le envío un pedazo de mi oreja izquierda.
Miro nerviosamente por encima del hombro. Está demasiado oscuro como para ver algo. Me aprieto contra la pared y hago el gesto de anudarme los cordones de los zapatos. Miro a mi perseguidor.
La chica pasa a mi lado, apartandose el flequillo de la cara. Me lanza una mirada indiferente, y no puedo evitar mirarle las piernas que asoman bajo la falda.
Desde luego, he salido ganando en relación con lo que estaba imaginando.

miércoles, 29 de abril de 2009

Ciencia ficción y relatos paralelos

Sus pisadas resonaban en los charcos de lluvia, y la gente se volvia para verlo pasar. Tenía un abrigo grande y largo, oscuro, por el que el agua goteaba. Su pelo chorreaba.
Tenía una pistola en la mano. La pistola tambien estaba empapada.
Es una semiautomatica, se decía. ¿Seguirá funcionando si se moja un poco?
Espero que si.
La gran bóveda de piedra que envolvía la ciudad le oprimía el pecho, como siempre, y el hecho de estar en la última planta, en lo alto de la masa de metal y cemento, no ayudaba. Era extraño haber desarrollado claustrofobia...teniendo en cuenta que todos ellos habían nacido allí abajo, encerrados bajo tierra. Por siempre bajo tierra.
Tenía que haberle tocado precisamente el dia de lluvía, cuando el sistema automático regaba las calles y las limpiaba de polvo y basura. Pero lo que tenía que hacer...tenía que hacerlo ya. No podía esperar. Ni un instante más.
El bar era un cuchitril horrible en la calle, sucio y asqueroso, rodeado de las fábricas del nivel superior, del humo y de la polución que, pese al agua, no se iba de su olfato. Se paró ante la puerta.
Comprobó su arma. Era una semiautomatica de réplica, de aquellas que algunos técnicos hacían a hurtadillas en la fábrica, entre turnos, y vendían baratas a aquellos que tuvieran alguien a quien matar. Había muchas de esas armas por las calles. La pólvora de los casquillos era de fabricación casera; decían que por cada cien balas que disparases, una de ellas te estallaría en la cara por culpa de la mala calidad del detonante. Sin embargo, nada de eso importaba. Doce cartuchos en la pistola, y tenía otros tres cargadores sujetos al cinturón, cada uno con otros doce cartuchos. Con un poco de suerte acabaría pronto.
Golpeó la puerta con el pie, y disparó al primer tipo que vió moverse. Ninguna persona que fuera a ese bar podía ser inocente, asi que no tendría que preocuparse por los remordimientos.
Disparó tres veces más, acertando una de ellas en el hombro a un hombre joven que estaba delante de la barra y que había hecho el gesto de sacar un arma. Rodó por el suelo y volcó una mesa, parapetandose detrás de ella. Estaba claro que cualquier tipo de bala podría atravesar aquel material barato, pero era mejor eso que ser un blanco visible.
Se asomó y disparó contra la gente del bar hasta que vació el cargador. Mientras soltaba el cargador vacío y ponía uno nuevo, saltó por encima de la barra, notando el impacto de una bala en el hombro. Daba igual, su abrigo podría resistir las balas hasta cierto calibre, aunque el moratón le dolió bastante.
Cayó al otro lado de la barra y disparó en la rodilla al barman, que estaba sacando una escopeta y que cayó pesadamente al suelo.
Necesitaba al barman vivo.
Rodó de nuevo por el suelo, y levantó del cuello al barman, escudándose con su cuerpo y apuntando al resto de gente que quedaba en la sala.
-Solo quiero a éste-dijo, alto y claro-Marchaos antes de que le mate u os mate a vosotros.
Los que aun quedaban se mostraron reticentes, pero al final acabaron por marcharse. El barman se removió.
-¿Que has venido a buscar, Víctar?-gimió, su rótura astillada por la bala.-Tu hermano tenía que pagar por lo que había hecho a La Familia. Si te vas ahora puede que el Don te perdone...
-Silencio, basura-dijo Víctar, empujandole hacia la puerta trasera. Sabía que si seguía un poco en esa dirección llegaría al borde de aquél nivel...una caída de treinta metros hasta el nivel inferior, o de sesenta si rebotaba hasta el siguiente. Después de que Víctar lograra averiguar dónde estaba la guarida del Don, aquel camarero iba a aplastarse contra el asfalto.
Era una ciudad dura.

martes, 28 de abril de 2009

SURREALISMOS

Hacia que dirección se esfuma la piedra, chillaron los animales a coro, viendo sus años de infortunio a punto de acabar. La luna goteaba, traicionera, abriéndose en canal y soltando plateadas tripas sobre los caminantes, que gemían de placer.
Sin embargo, de no haber sido por la hiedra nada de esto habría ocurrido.
Susurra, susurra, susurra la tercera repetición del ciclo de los triangulos alados, penes multiformes que se zambullen en mares de gorgoteo, mientras mas allá la sangre corre y los gritos resuenan. En la oscuridad incipiente de las mentes dormidas, donde todo es llanto, miedo, sexo, dolor, placer y prohibirse a si mismo lo que uno mismo quiere, en ese nucleo sosegado es donde duermen mis palabras.
Una caña de pescar saca peces podridos y corruptos, peces que comes y masticas y escupes y lames del suelo. El grito resuena en las negras paredes de la caverna, en la negrura de los hombres albinos y estúpidos, donde miramos como cristales se funden hasta ser estrellas que ladran, gimen, VITOREAN DESPROPORCIONADAS EL FESTIN DE SANGRE Y LUJURIA de una mente que, sin ser tuya, se refleja y se va hundiendo poco a poco, y sin embargo se encuentra siempre por encima del lodo.

SUEÑO, MUCHO SUEÑO

Sentado en la pantalla del ordenador miras el resplandor las teclas y te preguntas que qué haces despierto a estas horas de la madrugada si no deberías estar ya durmiendo ha sido un dia largo pese a haber dormido por la tarde y quizás deberías haber dado un paseo tienes las piernas cansadas mañana saldrás a correr por la mañana y al menos estaras un poco mejor de ese cansancio acumulativo y de ese dolor de espalda y por la tarde iras de aqui para allá como haces siempre inquilino inquilino inquilino solo caminando caminando sin parar como dijo aquel "nunca me detuve a oler las rosas" aunque a veces me paro...lo importante es permanecer activo y haciendo cosas e interesandome por las cosas y lo que pasa y pensando pensando pensando en historias historias historias y me hundo hundo hundo en lo mas profundo de los sueños que no se acaban...
Los extremos se unen, ¿ves?, dijo el maestro zen.

domingo, 26 de abril de 2009

El árbol

Era un día lluvioso de primavera.
Los cielos estaban cubiertos de nubes, caldeadas por el sol que les golpeaba desde arriba, y abajo la humedad y el calor podían haber llegado a ser molestos.
Estaba sentado a los pies de un árbol. Las hojas no se movían, pero al mirar hacia arriba podía ver las ramas cubriendole, abrazándole. Las ramas que le contaban historias, de cuando aquello había sido un inmenso bosque. De cuando había estado rodeado de hermanos, y había hablado con ellos todos los días. No eran historias tristes; eran historias de felicidad, de dulce agua fresca y de pájaros cantando.
Y aunque con el paso del tiempo sus hermanos habían ido desapareciendo y ya solo quedaban unos pocos y los hombres habían construido un camino y ya nadie se paraba a hablar con él, aun así el árbol no guardaba rencor. Y si un caminante se paraba a hablar con él, contaba las largas historias de susurros al viento y contaba la larga historia de calmo silencio y de feliz luz del sol.
A veces el caminante le respondía. Le contaba sus penas y sus alegrías. Le decía de donde venía y hacia donde iba. Le contaba como era el roce de la piel amada, llorar una noche por su ausencia, reir por una broma y responder a una sonrisa. Le contaba que solo quedaban unos pasos para volver a ver a esa persona...y que al verla le hablaría de las historias del árbol, de sus sueños y de su larga sonrisa.
Le daría las gracias porque, pese a que a veces el cielo estaba oscuro y a veces el calor asfixiaba, pese a la soledad y al paso del tiempo, ella también le cubría con sus ramas y le contaba sus historias.

sábado, 25 de abril de 2009

Vagueza constructiva

Es como esos dias que te levantas y no tienes ganas de hacer nada...pero en bueno.
Nada que hacer y nada que te agobie, solo pasar tranquilamente las horas. Solo tumbarse en la cama y mirar al techo y pensar "Maldita sea, que bien se está aqui".
Hasta apetecería hacer...

Cama mullida,
y antesala de Mayo.
Me encanta esto.

Hasta apetece escribir cosas que nunca apetece escribir.

Sueño, mucho sueño

Caerse de sueño es como hundirse en un pantano. Lo ves todo muy, muy lejano...te quedas frío, como un trozo de carne en el frigorifico, como una pared de cemento en un sótano. Frío.
MIras alrededor y solo ves paredes y suelo y luces y sombras...pero esta todo mascado. Muy mascado. Como si alguien hubiera filtrado lo que hace interesante vivir y respirar y hubiera dejado solo una carcasa vacía de la realidad.
A veces no hace falta estar cayendose de sueño para sentirse asi.

jueves, 23 de abril de 2009

Mañana de abril

Fue una mañana de abril. Él no quería compartir sus recuerdos, y miró el madero de la mesa.
Madero. Mesa.
¿Queda el espíritu del árbol en esa mesa, en esos pedazos de madera? Quizás le podrían preguntar, y la voz de la savia y de las hojas respondería:
-Recuerdo la brisa haciendome cosquillas en las hojas. Recuerdo la sensación del agua trepando por el interior de mi, de la savia fresca. Recuerdo el rumor de las piedrecillas, el canto de los pajaros en mis ramas y de los animales pasando a mi alrededor, viviendo a mi alrededor. Y yo un gigante en el bosque.
La madera se agitaría por el recuerdo, estremeciendose.
-También recuerdo el ruido de los camiones de los hombres, de los pasos de las botas aplastando la hierba y de los motores poniendose en marcha. Recuerdo esquirlas de metal, unidas, perforandome el tronco, esparciendo trozos de mi por doquier, hasta seccionarme por la mitad. Y el vértigo, cuando mi copa cayó, cayó y se etrelló contra el suelo. Luego me quitaron las ramas y me arrancaron la corteza, y me apilaron junto con otros cadáveres para que al evaporarse el agua de mi tronco no me doblara y mi muerte hubiera sido en vano. Recuerdo la radial al cortarme en tablones, y las sierras al cortarme en trozos pequeños. Las lijas arrancandome los trozos rotos, astillados. El ensablado final. Y la caricia de la brocha empapada en barniz, que no es otra cosa que la sangre de otro árbol, diluida en un disolvente.
Quizás su interlocutor sentiría pena.
Quizás no.

miércoles, 22 de abril de 2009

¿Que significa esto? ¿Y esto?

Un dia, Lupito el conejo se tiró en el sofá y encendió el televisor. Su esposa, Mariana, una coneja de grandes orejas y grandes dientes, le miró y le dijo:
-Como si no tuviera suficiente con limpiar esta guarida de conejos, te tienes que sentar otra vez a dejarlo todo perdido de viruta de zanahoria; ¿quiere su alteza quiere que le traiga algo? ¡Tch!
La señora coneja había tenido una vida corta pero llena de experiencias; para empezar, cada año tenía varias camadas de gazapos, entre cuatro y doce, y tenia que limpiar los largos y grandes túneles de la madriguera. Tenía un sentido del humor mordaz.
-Bueno, puedes traerme...-dijo Lupito, sin incorporarse.
-¡Quita!-dijo Mariana, enseñando los dientes y apretando las orejas hacia abajo-¿Es que no sabes lo que es el sarcasmo?
Lupito se incorporó un poco, intrigado.
-No, ¿que es el sarcasmo?-inquirió.
La señora conejo le miró por encima del hombro y le espetó:
-¿Por que no vas a preguntarselo a tus amigotes?-y añadió por lo bajo-A ver si asi no me dejas esto tan asqueroso...
-¡Bien!-dijo el conejo, levantandose-¡Ire a preguntarle a mis amigos qué es el sarcasmo!
Asi que se arrastró por los túneles de tierra húmeda y salió al exterior, al bosque. Fuera hacía un dia precioso; cielo azul salpicado de nubes. Perfecto, se dijo Lupito, mis amigos tienen que estar al lado de la charca jugando. Los encontraré y me dirán qué es el sarcasmo.
Sus amigos estaban, en efecto, al lado de la charca, jugando a tirar piedras contra la superficie, viendo cuantas veces rebotaban antes de hundirse. El conejo se acercó, sonriente.
-¡Hola amigos!-exclamó, y ellos se volvieron.
-¡Hola, Lupito!-dijeron ellos-¿Tu mujer te ha dejado salir? ¿Que pasa, hoy los calzones estaban en la lavadora?-rieron.
Lupito no llevaba nunca calzones, pero se rió y asintió con la cabeza.
-Bueno...ehh, si...-tosió un poco-Por ahí andan...
-Bueno, no te preocupes-dijo el pato, lanzando una mirada socarrona a sus compañeros-, seguro que tu mujer se calza los pantalones y te puedes volver a poner los calzones...dentro de muy poco.-todos rieron, incluyendo el conejo, que no sabía muy bien de que hablaban...
-Si, bueno-dijo, rascandose los bigotes-Es que...bueno...¿sabeis lo que es el sarcasmo? Es que mi mujer me ha dicho que...ella no lo sabía y que os lo preguntara a vosotros...
Los amigos se quedaron callados, y se miraron entre ellos.
-Em...-dijo el pato-No...no lo sabemos...
-Ah. Bueno.-dijo el conejo-¿Sabeis quien es el mas listo del bosque? Podría preguntarle a él...
Los amigos se volvieron a mirar entre ellos.
-¿Seguro que quieres saber lo que es el sarcasmo?-dijo el pato, bajando la voz.
-Si, ¡quiero saberlo!-dijo el conejo.
-Sarcasmo es escribir un cuento sobre un conejo muy tonto que no sabe lo que es el sarcasmo...y ser tan tonto que no se te ocurra una última frase sarcástica.-dijo el pato, alzando las alas.
-¿Por que no vas a tumbarte un rato, Wences?-dijo el conejo, mirando a cámara y saltándose de paso el eje-Que lo de empinar el codo para inspirarse no hay que tomarselo tan a rajatabla...

Eso es sarcasmo.

No apto para amantes de los coches

Sales a la calle. Esta llena de coches y de humo. De coches.
Vehiculos cromados, balas grandes que se llenan de gente y se estampan contra los quitamiedos a ciento cincuenta kilometros por hora. Mira como choca a camara lenta.
Primero, el piloto, que no estaba atento a lo que tenía delante. Estaba escuchando, sin escuchar, la bronca de su mujer. En realidad estaba pensando en lo que le dolían los pies, en cuantos años le quedaban a la hipoteca, en el precio de la gasolina y en lo atractiva que era aquella chica en la gasolinera. Quien fuera unos pantalones vaqueros.
Los niños que chillan en el asiento de atrás tampoco ayudaban mucho a que se concentrara en la carretera. Niños, niños, dejad tranquilo a papá, chillaba la mujer. Para que pueda gritarme ella, pensaba papá.
La cara del conductor se vuelve repentinamente hacia la calzada, como recordando a qué tenía que estar atento. Da un volantazo, y la puerta izquierda se abolla al chocar contra aquel coche que le estaba adelantando y que él no había visto, pensando en los vaqueros. Las ruedas chirrían en el asfalto caliente, tres carriles, diez metros y medio de alquitrán y grava que le separan del quitamiedos.
El vehiculo hace un par de eses, y se acerca inevitablemente a la larga cinta de metal moldeado.
Se estrella.
Primero el morro se arruga, lentamente, y las esquirlas de cristal de intermitentes y faros saltan en todas direcciones. El morro se arruga como un acordeón, comprimiendo el motor y destrozandolo. El lado derecho es el que ha golpeado primero la barrera.
Las ruedas traseras del coche comienzan a elevarse del suelo, y comienza la primera vuelta de campana del coche. Pasen y vean, el circo de lo increíble; observen como un pedazo de metal de 1750 kilos, (con un varon, 36 años, caucasico, 92 kilos; una hembra, 34 años, caucasica, 89 kilos; un varon, 8 años, caucasico, 45 kilos y una hembra, 12 años, caucasica, 50 kilos) anula temporamente los efectos de la gravedad y se eleva tres metros por encima del suelo, dando vueltas de campana.
Pasen y vean.
Primera vuelta. El conductor se golpea la cabeza contra el volante, y comienza a sangrar. Los niños chillan, pero ahora el tono es diferente. El niño, que no tenía el cinturón de seguridad abrochado, ha atravesado como una bala el parabrisas, y su grito se aleja con efecto doppler. La mujer se golpea la nuca contra el reposacabezas mal posicionado y queda inconsciente. La niña tenía el cinturón puesto.
Segunda vuelta. El parabrisas roto inunda los asientos de astillas de cristal, y con ellos a los ocupantes de dentro. Los airbags mal regulados saltan, y la mujer, inconsciente en el asiento de delante, no se da cuenta de que sus vias respiratorias estan repentinamente cerradas.
Tercera vuelta. La cara del conductor sangra, llena de cristales. La niña sigue chillando.
Cuarta vuelta. El coche esta vertical, con el morro clavado en el suelo. No llega a completar la vuelta y cae, quedando sobre el capó.
Hay un olor a gasolina en el aire.
Y el motor destrozado aun quiere quemar gasolina.
Los coches son ataúdes con ruedas.

Escatología

Bueno, se dijo Samuel. Quizás ya va siendo hora de que me marche.
Estaba en un café, en una de las calles del centro de la ciudad. Fuera las calles se empapaban bajo la gris lluvia, y la gente pasaba a toda prisa, intentando guarnecerse en un lugar seco. A veces podía ver parejas cogidas del brazo, bajo el mismo paraguas, y una punzada de celos indefinidos le pinchaba. Maldita gente normal.
Se puso la chaqueta y cogió su paraguas, dejando la cuenta en la barra. Había esperado más de una hora a que ella llegara, pero al final...al final no había venido.
El viento frío de la calle le golpeó, y se subió los cuellos de la chaqueta mientras se cubría con el paraguas. Un dia de lluvia, de esos en los que el cielo está tan oscuro que no se sabe que hora es; perfectamente podría estar anocheciendo.
Suspiró. Su pie izquierdo se metió en un charco.
Tarde, tarde...tarde. Nunca llegaba a su hora. No era que no quisiera ir ni que no pensara en hacerlo; sencillamente, no llegaba nunca a la hora que debería. Ahora se dirigiría a su casa, a ver que había ocurrido esta vez. Aquella vez que su casa se había inundado porque las tuberías se habían atascado. O aquella otra que a su vecina se le había inundado la casa de gas, y ella se había pasado una hora sacando sus cosas a la calle, por si la explosión alcanzaba su apartamento. O aquella otra que su vecino intentó suicidarse con una cuerda y una granada de mano metida en la boca...a ella siempre le estaban ocurriendo cosas extrañas...
Ah, hablando del rey de Roma...
Ludmila venía corriendo calle abajo, vestida solamente con una camiseta y unos vaqueros. Estaba empapada de pies a cabeza, y no llevaba ni paraguas ni un misero chubasquero.
-¡Hola!-dijo Samuel, sonriendo. Le miró los pies; no llevaba zapatos. Tenía que haber sido algo grande aquella vez-¿Que ha pasado?
-Por favor, tienes que venir a mi casa-dijo ella, mirandole a los ojos. Tenía la cara empapada de agua, los ojos húmedos. Su camiseta se pegaba, húmeda, a su torso, y se le notaba el sujetador por debajo de la fina y mojada tela.
Desde luego que voy a ir a tu casa, se dijo Samuel.
-Claro-dijo, y le pasó un brazo por encima de los hombros. Tiritaba. Pese a las buenas vistas le tendió su chaqueta, y ella se arrebujó en la tela gruesa. De todas formas la camiseta solo empaparía la chaqueta...
Fueron a toda prisa a la casa de Ludmila. ¿Que sería aquella vez? Samuel ya estaba curado de espantos, pero tambien lo estaba ella, y sin embargo parecía bastante nerviosa. Ya verían lo que era.
Entraron en el apartamento. Por todas partes se veían las señales de que allí vivía alguien joven; posters, figuras de plástico de series animadas, ropa tirada por doquier, y un tenue olor a comida del dia anterior dejada en el fregadero. Samuel cerró el paraguas. Su apartamento olía por el estilo.
-¿Donde está eso que quieres enseñarme?-dijo, quitandole con suavidad la chaqueta.
Ella le hizo un gesto con la mano para que esperara, y asi lo hizo él. Cuando Ludmila volvió con una camiseta seca, él se arrepintió de no haberla seguido a su cuarto.
-Sigueme-dijo ella, cogiendolo con decisión del brazo.
El se dejó llevar.
Y ella lo llevó al cuarto de baño. Lo puso al lado del retrete. Y señaló.
-Levanta la tapa-dijo.
Oh dios. ¿En serio me ha llevado para que vea su...?
-Vamos, mira.-dijo ella-Por favor.
Samuel levantó la tapa lentamente, sin desear ver lo que había debajo. Sin embargo, una vez lo hubo visto, la abrió del todo.
Paso un minuto.
Pasaron dos minutos.
Pasaron diez minutos y Samuel bajo la tapa.
Y miró a Ludmila.
-¿...esas cosas que se movían...?-dijo solamente.
-Viste lo que eran. Sabes lo que eran-dijo ella. Y continuó-¿Y viste...lo que había en lo alto del todo...?
Para no verlo, penso Samuel.
-Si-contestó únicamente.
Estaba todo tan rojo...incluso desde donde estaba podía sentir el calor...
-¿Podemos...podemos ir al salón?-solo quiero irme de esta habitación, pensó Samuel.
Ella asintió.
Se sentarón, sin mirarse apenas a la cara.
-Tendrás...tendras que tener cuidado a partir de ahora...-dijo Samuel-Ya sabes...no vayan a...
-Estan bastante abajo, ya lo viste-dijo Ludmila-No creo ni siquiera que puedan vernos.
No con lo que les estan haciendo, desde luego, pensó Samuel.
Increible.
-Este tipo de cosas solo me pasan a mi-dijo Ludmila.
Desde luego, pensó Samuel.
Porque lo que había visto alla, dentro del inodoro, había sido como uno de aquellos cuadros de El Bosco. Lleno de figuras, torturadas...y en lo alto del todo, aquella figura bestial, mitad hombre mitad animal, con aquellos cuernos descomunales...y tan afilados...
Era una especie...de portal...
Increible.
Mi novia tiene un portal al Infierno en el water.
-Si, este tipo de cosas solo te pasan a ti-murmuró.
La miró a la cara. Aun seguía angustiada.
-¿Estás...quiero decir, estás bien?-dijo, poniendole una mano en el hombro.
Ella asintió, y sonrió despreocupada.
-Si, bueno-dijo, encogiendose de hombros-Ya sabes, es raro...pero hay que verle el lado bueno.
-¿Que lado bueno?
-No creo que las tuberías vuelvan a atascarse.

martes, 21 de abril de 2009

Pornografía gatuna

Supongo que me lo merecía igualmente...
Me abrí a mi misma en canal y coloqué, muy muy despacio, todos mis órganos internos encima de la mesa. Los limpié con calma con una brocha de cerdas suaves, susurrandoles que no gritaran tanto.
Mientras, en el suelo, el gato se relamía sospechosamente...parecía tramar algo. Me encargué de él cautelosamente, metiendole en la jaula y mirando como se debatía en un rugir silencioso. A veces me miraba, y en sus ojos notaba el sabor de la venganza, dulce y traicionera. Al fin y al cabo, por él acabé así...
Saqué a tender mi piel. Fuera hacía un día delicioso, pero quizás había demasiado polvo para mis folículos capilares, por lo que me contenté con poner el tendedero en el interior y dejarla allí a que se secara. Recoloqué meticulosamente mis senos, de manera que quedaron perfectamente alineados sobre mis pectorales y no se movieran de manera ostensible. Al gato le gustaba mucho dejarme en ridiculo, y aquella era una de sus maneras preferidas.
Todo empezó hará cosa de un año...me encontre al gato en una cajita de cartón. Alguien lo había abandonado, y eso que apenas acabaría de llegar a la edad adulta. Asi que lo cogí y me lo lleve a casa.
Al principio se portaba muy bien, siempre cariñoso y atento. Pero poco a poco me fui dando cuenta...se me quedaba mirando siempre. Siempre. Se metía en mi cuarto mientras me cambiaba, y me lanzaba miradas fisgonas, miradas lascivas mientras el pelo de mis brazos se erizaba lentamente. Siempre lo echaba, pero el maldito gato había aprendido a abrir las puertas, asi que me miraba...me miraba en la ducha y en mi habitación, en todo momento...
Y ya no podía aguantarlo mas.
Lo eché de casa.
Pero el maldito gato volvio, volvio, y volvió a ponerse sentado en el lavabo, mientras yo intentaba taparme con la toalla. Me la anudaba por debajo de las axilas para cubrirme, pero el bajaba y se restregaba por mis piernas, lanzando miradas de soslayo hacia arriba, por debajo de la toalla...
Reconozco que me pasé. No hacía falta haberlo hecho, pero comprendedme...el maldito gato solo me miraba, me miraba y su lascivia era mi vergüenza, dia y noche.
Asi que lo ahogué.
Si, lo ahogue. Nunca había pisado una hormiga, y ahogué a ese gato. Supongo que podreis comprender...al menos un poco, como me sentía.
Pues bien...¿de pequeños no leisteis libros de la mitología egipcia? ¿Los gatos, guardianes de ultratumba? Pues mi gato, asqueroso salido, resultó ser uno de esos.
Me mató...pero no me mató. Como esas momias viejas, solo que mi carne no se arrugó. Mis órganos mantienen una vida y una consciencia aparte de mi, solo que sin vasos canopos, y mi piel es como un vestido sobre mis músculos.
Direis, oh, que interesante. Que emocionante.
Pues bien, para alguien que solo quiere vivir una vida normal, salir con sus amigos, conocer chicos, ese tipo de cosas, es un problema bastante grave. Pero bueno...que le puedo hacer. Las cosas están como están...y que demonios, podrían estar peor.
Maldito gato salido...

lunes, 20 de abril de 2009

Pero es que no tengo ganas...

Estoy sentado en la facultad...y no tengo ganas.
¿Sabeis de que dias hablo, verdad? ¿Esos dias en los que no quieres moverte ni un centimetro? ¿Que lo único que apetece es ver pelis y rascarse las pelotas?
Pues asi es como estoy hoy.
Intentando tardar lo menos posible en escribir...aunque luego vaya a escribir mas cosas.
Veamos.
Tendré que ir a clase...y ver a las gentes de clase, y ver a la profesora...y ponerme a aparentar...
¡A aparentar que no me caigo de sueño! ¡Quiero dormir, maldita sea!
Pero no, no creo que pueda dormir...no hasta muy tarde en la noche, cuando ya no tendre ni sueño...
Porras.
Ya es la hora.
Por cierto, para los que veis el blog (Javier y Luz solamente xD), aqui esta la dirección del blog del corto de Luz...para que la veais.
A Luz no le hace falta, claro esta xD, pero sois los dos unicos que se que leen esto...
La direccion es:
http://produccionespandemonium.blogspot.com/
Y asi veis a los super actores y las cosas y eso.
No quiero ir a clase...

Cómo sentirse bien

En el balcon de casa. La brisa me golpea la cara y me agita el pelo alrededor de los ojos, no me deja ver. Me lo aparto con una mano, mientras la otra descansa en la barandilla.
Debajo, pequeños como hormiguitas, veo tipos atareados con maletines. A algun sitio tendrán que ir, si van tan rápido. La luz del atardecer golpea de plano la pared de la casa, y todo está inundado de esa luz anaranjada. Las nubes se deslizan, perezosas, por el cielo, sin querer alejarse de los rayos aun cálidos del sol de septiembre.
Una caricia en mi nuca me produce un repentino escalofrío.
Mis ojos se cruzan con su sonrisa, y al apoyar su cabeza en mi hombro noto su cabello haciendome cosquillas en la mejilla.
Su mano acaba de apoyarse en la mia, y me doy cuenta del frío que hace fuera.
-¿Tienes frío?-a veces parece como si me leyera la mente.
Un poco. ¿Quieres acercarte un poco más?
Así.
Sonrio.
El vuelo de las golondrinas corta el aire, y sus chillidos bajan y suben. Hay un nido sobre nuestras cabezas, en la esquina de arriba del balcon, y algunas se meten dentro, sus alas sobresaliendo mientras se cuelan en el hueco de barro.
El verano se esta acabando...una vez mas. Los dias se van acortando, el frío se va acercando cada vez mas, y las golondrinas emigraran a climas mas calientes.
A mi no me hace falta emigrar. Ya no.
Abrázame un poco mas fuerte. Te sonrio.
Y me sonries.

domingo, 19 de abril de 2009

Soy la soledad indefinida de Jack

Mirando dentro,
primavera de lluvia.
Caricias...adiós.

sábado, 18 de abril de 2009

Film Noir 2

Si...comenzare desde el principio.
Hacia ya bastante tiempo que nadie venia a mi con un trabajo; estaba en numeros rojos, mi cartera olía a soledad y las ratas tenían miedo de salir del desvan del despacho.
Son tiempos duros, muñeca, no pongas esa cara.
El trabajo de detective es una de las cosas mas aburridas que existen, pero aprendes bastantes cosas acerca de la naturaleza humana. La primera, no confies en nadie. La segunda, ni en tu madre. Y lo que siempre te diran los viejos sabuesos es que nunca, bajo ningun concepto, confies en una chica guapa. Siempre traen problemas.
Pero es bastante mas facil decirlo que hacerlo.
Aquella tarde, hace una semana, estaba tan aburrido como siempre en mi despacho. No hay nada que hacer, salvo esperar llamadas, y cuando no se producen es bastante complicado sacudirse el aburrimiento.
Entonces llego ella.
Bianca llenaba la habitacion con solo entrar en ella. Nada mas cruzaba el umbral tenías que dejar lo que tuvieras entre manos, ya fuera una llamada, como estaba haciendo yo, o fuera incluso dar de comer a tu anciana abuelita. La unica forma de describir a Bianca era como...deslumbrante.
Nada mas entro por la puerta, me dije; ten cuidado con ella.
Se presento a si misma como Bianca Langshfore, la esposa de Emile Langshfore. Me tendio una mano enguantada con un diamante de casi dos centimetros, y me llamo de usted.
Estabamos metiendonos en terreno pantanoso. ¿Para que querría una señora como esa los servicios de un detective mugriento como yo, que apenas podia pagar a la casera? Si estaba allí era porque algo quería sacar de mi.
Me explicó que no podía afrontar el problema ella sola, que necesitaba mi ayuda. Que su marido tenía algo entre manos...y que ella no sabia que era.
Pobre, estupida Bianca.
Y pobre, estupido de mi. Debí haber desconfiado de esa pequeña zorra, de esa hermosa zorra, debí haberla echado de mi despacho a gritos. Debí haberlo hecho.
No lo hice.
La norma de desconfiar de las mujeres atractivas deberían grabarnoslas a fuego a los detectives y policias, ¿sabe? Deberían...¿sabe usted lo que es el perro de Pavlov? Si, usted es una chica lista. Pues deberían condicionarnos a todos a echar a patadas de nuestros despachos a las mujeres encantadoras. Malditas sean todas.
Me dijo que fuera al dia siguiente a su casa, que me pondria al corriente de todo. Y claro, su figura...no podia dejar de mirar su hermos figura, enguantada en el vestido blanco, con el abrigo de pieles colgando de su brazo.
Le dije que alli estaría.
Cuando se marchó fue casi como si su embrujo se hubiera evaporado. Me tire de los pelos, maldecí, e incluso pense en echarme atras. Pero, como ya te dije, muñeca, estaba en números rojos.
Sin embargo...antes tenía que enterarme de en donde me estaba metiendo.
Mis contactos en la calle me dijeron que la bella dama había nacido en una familia pobre, y se había labrado su camino hacia la cima atrayendo a un marido rico tras otro. Acerca del marido, el chofer de la casa me comentó, tras unas cuantas rondas de vodka, que el hombre estaba harto del pendón de su mujer, y que a veces los gritos se podían oir por toda la casa.
Era todo lo que necesitaba oir.
Decía ser una dama en apuros...¿lo era, o solo estaba fingiendo?
A la mañana siguiente me dirigí hacia su casa...

viernes, 17 de abril de 2009

Uno rapidito

Hoy no tengo demasiado tiempo, asi que voy a ir editando la entrada poco a poco a lo largo del dia.
¡Va a quedar una cosa horrible! (risas)

-¡Vamos, Juanito, baja de una vez!
Juanito recogio sus juguetes a toda prisa, los metio en su baul y se lanzo escaleras abajo.
Fuera el dia primaveral estaba en todo su esplendor; las nubes blancas surcaban el cielo, y el sol se reflejaba en las hojas. Habia pajaros en las ramas, cantando, y el rumor de las hojas y la brisa abanicandole los oidos.
Ante el estaba María, la muchacha que le había llamado. Tenía un año mas que él, y siempre le trataba como quería. Era un poco abusona, pero a Juanito no le impotaba. Secretamente estaba enamorado de ella.
-Eres un tardón-le espetó María, dandole una colleja en el cuello. Juanito se puso la mano en la nuca, frotandose alli donde dolía, pero no dijo nada. María estaba a veces de mal humor, pero era tan guapa...y era su mejor amiga. Ella continuó sermoneandole-He tenido que llamarte tres veces para que bajaras...
Juanito no dijo nada.
-Bueno, da igual-murmuró ella. Le paso un brazo por el hombro y lo sacudio un poco, empezando a alejarse de la casa de él.-He descubierto una cosa...-rio suavemente-...que seguro que te encanta.
Juanito sonrio, pero siguio en silencio. No era porque estuviera enfadado; sencillamente sabia que ella no iba a decir de que hablaba.
Al final de su pequeño pueblo habia un pequeño bosque. El bosque habia formado parte hacia años de los terrenos de una casa señorial, pero muchos años antes de que Juanito o María hubiesen nacido ya estaba abandonada. Era imposible entrar, porque todas las puertas estaban tapiadas, incluso las de los pisos superiores; nadie podia ver que habia dentro.

jueves, 16 de abril de 2009

Film noir 1

Mis parpados tiemblan.
Hace frío, y no se muy bien donde esta el suelo y donde el techo. Hace frío y noto humedad en los pies. Entreabro los ojos y todo esta borroso, un puñado de manchas danzantes.
De pronto todo se coloca en el lugar adecuado; mi cabeza reposa en el suelo de una celda maloliente, el tipo de celda en la que tipos sudorosos, rancios, que apestan a alcohol y orines pasan las noches. Yo he pasado mas de una noche en una celda como esta.
Me levanto tambaleante, e imediatamente vuelvo a caer. Mis codos hacen un ruido sordo al chocar contra el suelo, y emito un quejido. El tipejo que tengo a la derecha es un hombre desgreñado y con aspecto de no haber visto agua desde hace un par de años por lo menos. No en una ducha, y menos aun en un vaso.
Sonrio y el tipo me sonrie. Supongo que ambos nos reimos del otro.
La reja de la celda se abre con un estrepito, y cuatro manos me aferran, me revolean por el suelo. Las esposas se cierran como torniquetes en torno a mis muñecas; tampoco es nada que no hubiera sentido nunca. Un policia joven, con la espalda tan ancha como un armario, me levanta del cuello de la camisa y me lleva por los pasillos frios de los calabozos hasta los pasillos bien acondicionados de la comisaria. Allí se pavonean con sus uniformes los hombres de la ley, mirandome por encima del hombro como el trozo de escoria que soy a sus ojos. No les culpo; yo tambien fui estupido y tambien lleve un uniforme, antes de que me quitaran la placa y tuviera que dedicarme a rebuscar en la basura de los maridos infieles y de los palurdos que querian engañar al seguro.
El joven de las espaldas descomunales me estampa en una silla, en una sala de interrogatorios. Mientras me desata y me vuelve a atar las manos al respaldo de la silla, miro la habitacion. Se ve que ya me conocen, porque han traido provisiones; varios termos de cafe y una bolsa de bocadillos. Si no quiero que me saquen información no se me puede convencer.
Ni siquiera ahora; daría mi ojo derecho por una maldita taza de cafe.
-Maldita sea, Mike-el teniente Antolini me lanza una mirada asesina y sacude la cabeza-Eres un idiota, uno de los idiotas mas grandes que he conocido, pero no sabia que fueras a ser capaz de esto.
No respondo. No aguanto a este cerdo.
-Se que me lo vas a intentar poner dificil, Mike-dijo Antolini, sentandose en la mesa. A su derecha se situa el joven; estaba mas que claro que iban a hacer el tipico poli bueno, poli malo. Aunque a Antolini le suele gustar hacer el poli malo, poli peor.
-Por eso-continua el cerdo-vamos a hacer como los deportistas. ¿Haces deporte ultimamente, Mike?
-Me folle a tu madre ayer, ¿eso cuenta?
Los nudillos de Antolini me machacan el pomulo como un piston de acero, pero no me pilla por sorpresa.
-Los deportistas-Antolini intenta parecer calmado, pero se lo que le revienta que insulten a su madre-siempre calientan antes de hacer ejercicio. Asi que-esta vez es la mejilla la que se machaca, y noto como los dientes me cortan por dentro. Empiezo a sangrar-vamos a calentarte.
Le escupo en la cara, y la sangre oscura le gotea por la nariz y le cae cerca de la comisura de la boca. Le tengo especial odio a Antonini; se follaba a mi exmujer. Para ser exactos, el fue la causa de que se convirtiera en mi exmujer. Sin embargo, el seguia tratandome como si fueramos aun compañeros de patrulla, aunque estaba claro que fingiera.
Antonini me desprecia, y mucho.
Oigo un chasquido cuando el puño del poli joven me rompe la nariz, y jadeo mientras Antonini me golpea las costillas. No me muevo. No tendria demasiado sentido.
Al cabo de un rato se aburren, y Antonini decide que quizas habria que empezar a hacer preguntas. Al fin y al cabo es lo que se supone que los polis hacen.
-Tu la has matado-es una afirmacion, no una pregunta.
Mis labios no se mueven.
-El teniente te ha hecho una pregunta, ¡responde!-el policia joven me golpea, y mi cabeza gira hacia un lado a toda velocidad. Un poco mas y me habria quedado inconsciente; un poco mas y mi cabeza habria dado la vuelta y se habria desenroscado, como en los dibujos animados de la Warner.
Escupo sangre en los pantalones y zapatos del joven. Le costara quitar la mancha.
-Golpeale hasta que los dientes le bailen claqué en la mandibula-escucho a Antonini decir.
Esta vez el puñetazo me manda directamente a la inconsciencia.

Cuando me despierto, creo estar en un sueño. Delante de mi, radiante y hermosa, esta una diosa. Su pelo oscuro cae en ondas por su espalda y su pecho, y lleva un traje elegante y femenino. ¿Un traje?
Entonces no es un sueño, estoy despierto. Esta es Gonzalez, de Homicidios. La he visto un par de veces por la comisaria; es imposible apartar los ojos de su figura.
-Michel McFinn...señor McFinn, ¿se encuentra usted bien?
Su voz es dulce, dulce.
Dulce.
Antonini, maldito bastardo. Sabes que las mujeres me pueden.
Asiento.
Ella sonrie, ligeramente complacida. Esto te va a valer un ascenso, muñeca.
-Por favor, cuenteme...su version de los hechos-me susurra.
El recuerdo invade mi mente. Bianca...Bianca tumbada en el suelo. La sangre trepa por su precioso vestido, su preciosa sangre por su vestido. La bala le atraveso el corazon.
Esta muerta, inmovil en el suelo.
La pistola esta en mi mano, tibia. La miro, y veo mi reflejo en el cañon. Subiendo la calle llega el rumor de las sirenas de la policia, y las cortinas empiezan a empaparse del color azul de sus luces.
Si, las mujeres siempre me han podido.
-Aflojeme un poco estas esposas y le contare todo lo que quiera saber.
Ella hace un gesto a un policia que esta apoyado en la pared y este se acerca y me quita las esposas. Me froto las muñecas.
-De acuerdo-dice ella. Se que tiene una grabadora y que Antonini escucha desde detras de aquel espejo, pero, ¿que importa ya?-Empice.
Asi que comienzo a contarle mi historia.

miércoles, 15 de abril de 2009

Una de borrachos y de humor chabacano

-Si si si-dijo Baldomero, dandole un trago al vasito de aguardiente-Pero pa mi que tu no has ido esta mañana con tu mujé...
-Que dices hombre-dijo Joaquinito. Tenia la voz arañada por el alcohol, y sonaba como un coche estropeado-Fui...fui y le lleve un ramo de flores.
Baldomero abrio mucho los ojos y se empezó a reir a carcajadas. Tenia la forma de un ave rapaz, reclinado siempre hacia delante y examinandolo todo por encima de su pico ganchudo. Sus amigos le llamaban "Aguilucho".
-Si, seguro-le dio otro trago al vaso de aguardiente-Y yo...yo estoy saliendo con una shavalita de dieciosho años.
-No me jodas, Baldomero-Joaquinito no era amigo de Baldomero, solo se emborrachaban juntos-Que si, que me fui pallá y le dije...-se quedo en silencio unos segundos-...le dije, ¡toma, guapa, pa la mujé mas bonita del mundo entero!
Baldomero comenzó a reir a carcajadas, tan fuertes que su risa se convirtió rapidamente en una tos afixiada.
-¡Me cago en tó!-exclamó cuando dejó de reir-¡Pero si tiene mas bigote que el Paco Lobatón!
-Cuidao, ¿eh?-dijo Joaquinito, levantando la botella de aguardiente y rellenando los vasos de ambos-Que yo la quiero mucho-Guardo silencio y añadió, en voz baja-...además, solo tiene unos pelillos...
-¡Tiene la cara como er culo de un gorila!-rio Baldomero.
-¡Pues tu tienes la cara que parece que han arao un campo con ella!
Baldomero se calmó un poco y levanto su vaso de aguardiente.
-¡Un hidalgo! ¡Por que tu mujé no te arañe demasiao la cara con el bigote!-y rompió de nuevo a reir.
-Me cago en...-murmuró Joaquinito, bebiendo del vaso hasta terminarlo.

Filosofia de retrete

Si, si, si. Te despiertas por la mañana, te lavas la cara, te miras en el espejo. Clavas los ojos en el reflejo de los ojos; ¿tienes ojeras o has dormido bien? Has dormido bien pero te sientes cansado, muy cansado. Cojes la toalla y te secas. Te vistes, sin cuidar mucho los detalles. Cada centimetro de la calle, el asfalto pedregoso, te escupe en la cara.
Ves a la gente que ves todos los dias.
-¿Que tal va eso?
Como siempre.
-¿Estas de mal humor?
No.
Paso a paso, dia a dia, se nos van desgastando las ruedas de engranajes de la paciencia, de la tranquilidad, del saber estar. Las cambias de vez en cuando, pero siguen desgastadas, sin dientes, pulidas como las articulaciones de un anciano de noventa y cinco años.
Ves pasar a la gente. Ves venir a la gente. Hablas con la gente. Te hundes con la gente. Y piensas, no, no, no, tengo que salir de la rutina, no, no, no, tengo que encontrar mi sitio...para estar bien.
Gritas despacio, muy bajito, que no sabes por donde tienes que ir. No sabes que esta pasando. No sabes por qué todo parece desmoronarse y a la vez construirse a tu alrededor.
Flotando en el limbo de los críos no natos, y escupes siempre hacia arriba.
Si, si, si, una bocanada de aire. Una sonrisa. Una mirada. Un abrazo. Te agarras a lo que quieres con los dedos relajados para no apretar demasiado, y te olvidas de todo lo demas.
Despues te vuelves a hundir en lo mismo.
-¿Que estas haciendo?
Soñar despierto.
-Te estas dejando llevar.
Tienes razón.
Golpeas la tapa del ataud con los dientes.
Y por fin, te despiertas un dia. Si, si, si, te miras en el espejo. Ya no importa que tengas los ojos cansados, surcos negros como canales de tinta colgando debajo de ellos. Mueves los dedos y los mueves porque quieres moverlos. Respiras y eres consciente de ello. Haces lo que tienes que hacer, porque lo quieres hacer.
Puede que despues te sientas mal, pero ahora estas bien.
Te preocupas demasiado de los altibajos.

martes, 14 de abril de 2009

Para abrir boca

La idea de este blog es...escribir a menudo. Me gusta escribir relatos, pero nunca suelo tener tiempo ni ganas, asi que esto va a ser una especie de ejercicio diario. Seguro que despues me costara hacerlo y ponerme en serio, pero bueno...vamos a intentarlo.
¡Primer ejercicio! Solo un parrafo. Lo siento por las tildes, no tengo tampoco mucho tiempo...

Caminaba por la calle, silencioso. A su alrededor, sin mirarle, sin siquiera rozarle con los ojos, el resto de la ciudad continuaba sus quehaceres, inconsciente de las cosas que pasaban o dejaban de pasar.
El aire tenia un tacto suave, etereo, frío al entrar en los pulmones y con el dulce sabor a las hojas de los arboles. Y al humo acido de la gasolina quemada, expelida por tubos de escape de coches rugientes.
No tenia ningun rumbo. No caminaba por caminar; caminaba sin rumbo. Su mente estaba vacia, sus ojos secos. Las emociones le pesaban como yunques ardientes en el pecho, camino de hundirle por la rejilla de aquella alcantarilla si no tenia cuidado. Por mucho que intentara mirar hacia adelante, sus ojos se volvian al suelo, al frio, sucio, oscuro suelo helado de asfalto en el que una bolsa de plastico revoloteaba, sacudida por el viento.
Tomo aire y solto aire.
Miró al cielo. Limpio y claro, azul, sin un rastro de blanco. En un par de horas se pondria el sol, y podria volver a acurrucarse en su madriguera.