miércoles, 22 de abril de 2009

No apto para amantes de los coches

Sales a la calle. Esta llena de coches y de humo. De coches.
Vehiculos cromados, balas grandes que se llenan de gente y se estampan contra los quitamiedos a ciento cincuenta kilometros por hora. Mira como choca a camara lenta.
Primero, el piloto, que no estaba atento a lo que tenía delante. Estaba escuchando, sin escuchar, la bronca de su mujer. En realidad estaba pensando en lo que le dolían los pies, en cuantos años le quedaban a la hipoteca, en el precio de la gasolina y en lo atractiva que era aquella chica en la gasolinera. Quien fuera unos pantalones vaqueros.
Los niños que chillan en el asiento de atrás tampoco ayudaban mucho a que se concentrara en la carretera. Niños, niños, dejad tranquilo a papá, chillaba la mujer. Para que pueda gritarme ella, pensaba papá.
La cara del conductor se vuelve repentinamente hacia la calzada, como recordando a qué tenía que estar atento. Da un volantazo, y la puerta izquierda se abolla al chocar contra aquel coche que le estaba adelantando y que él no había visto, pensando en los vaqueros. Las ruedas chirrían en el asfalto caliente, tres carriles, diez metros y medio de alquitrán y grava que le separan del quitamiedos.
El vehiculo hace un par de eses, y se acerca inevitablemente a la larga cinta de metal moldeado.
Se estrella.
Primero el morro se arruga, lentamente, y las esquirlas de cristal de intermitentes y faros saltan en todas direcciones. El morro se arruga como un acordeón, comprimiendo el motor y destrozandolo. El lado derecho es el que ha golpeado primero la barrera.
Las ruedas traseras del coche comienzan a elevarse del suelo, y comienza la primera vuelta de campana del coche. Pasen y vean, el circo de lo increíble; observen como un pedazo de metal de 1750 kilos, (con un varon, 36 años, caucasico, 92 kilos; una hembra, 34 años, caucasica, 89 kilos; un varon, 8 años, caucasico, 45 kilos y una hembra, 12 años, caucasica, 50 kilos) anula temporamente los efectos de la gravedad y se eleva tres metros por encima del suelo, dando vueltas de campana.
Pasen y vean.
Primera vuelta. El conductor se golpea la cabeza contra el volante, y comienza a sangrar. Los niños chillan, pero ahora el tono es diferente. El niño, que no tenía el cinturón de seguridad abrochado, ha atravesado como una bala el parabrisas, y su grito se aleja con efecto doppler. La mujer se golpea la nuca contra el reposacabezas mal posicionado y queda inconsciente. La niña tenía el cinturón puesto.
Segunda vuelta. El parabrisas roto inunda los asientos de astillas de cristal, y con ellos a los ocupantes de dentro. Los airbags mal regulados saltan, y la mujer, inconsciente en el asiento de delante, no se da cuenta de que sus vias respiratorias estan repentinamente cerradas.
Tercera vuelta. La cara del conductor sangra, llena de cristales. La niña sigue chillando.
Cuarta vuelta. El coche esta vertical, con el morro clavado en el suelo. No llega a completar la vuelta y cae, quedando sobre el capó.
Hay un olor a gasolina en el aire.
Y el motor destrozado aun quiere quemar gasolina.
Los coches son ataúdes con ruedas.

4 comentarios:

  1. el niño probablemente consiguiria un perfecto aplanado de la cara con reestructuracion de los huesos faciales y redistribucion de la masa encefalica, por lo demas tiene hasta su sentido del humor, enviaselo a la dgt a ver que te dicen =)

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  2. yo creo que a la dgt le encantaria para un anuncio de esos que te revuelven las tripas...si, yo creo que si jajaja dirían "no pienses en los vaqueros apretaos de la de la gasolinera, piensa en la carretera"
    Y el niño se convirtió en tortilla, desde luego...
    hay que ponerle el cinturon a los crios aunque sea un coñazo! >.<

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  3. eso para quien quiera tenerlos xD

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  4. uaj, niños...que asco
    quita quita, no quiero sanguijuelas chupasangre pegadas en el cuello xDDD

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