jueves, 25 de junio de 2009

A lo John Carpenter

Histeria colectiva, eso es lo que ocurría. Estaban todos tan nerviosos...
La culpa de todo la había tenido aquel charlatan, aquel farsante de texas. Era un hijo de granjero, un paleto con aspiraciones religiosas. Despues de eso consiguió abrirse paso hasta una de aquellas malditas iglesias itinerantes de milagros...y ahi empezaron a precipitarse las cosas.
Alguna gente llegó a creerse que de verdad aquel era un milagrero. Incluso (y aquella era la semilla del desastre) algunos pensaron que podía ser Jesucristo, el hijo de dios, reencarnado en la tierra.
¿Que iba a hacer el? sin otra cosa en el mundo que la fama y la religión, apostó el todo por el todo. Dijo que si, que él era nuestro señor y salvador.
Sin embargo, como bien apuntaron algunos, aquel que se hace pasar por el profeta es un falso profeta, y aquel que no es cristo y se hace pasar por el es el anticristo. Los días del tormento, del Bahamut y del lago de fuego están cercanos.
Arrepentíos.
Eso es lo que dice el cañón de mi escopeta, bastardos impíos.

miércoles, 24 de junio de 2009

Aquella musica de jazz

El tiempo pasa.
Mas lento o mas rápido.
Algunas horas se hacen minutos. Algunos minutos, horas.
Algunos minutos, eternos.
Que este sea un minuto eterno...

Imaginación al poder

Y de pronto ya estaba solo en la alcantarilla, en la boveda del colector central. Mientras los pasos de sus compañeros se alejaban sintió como, igual que las luces de las linternas que se marchaban, su valor tambien se iba desvaneciendo.
Siempre que había visto una pelicula de terror se había preguntado como era que aquellos idiotas decidían separarse. Bien, ahora lo comprendía.
Resulta que, mientras estas con los demas, la sensacion de peligro parece lejana. Y cuando estas solo, cuando no tienes las voces de otras personas para distraerte, entonces tu imaginación puede correr todo lo desbocada que quiera.
Puedes ver sombras detras de las esquinas. Aquella gota de agua no es tal, sino pasos chapoteantes.
Sonidos. Imagenes. La imaginación puede ser tu peor enemigo.
Emprendió la marcha, sin ser consciente del par de ojos brillantes que se asomaron en la superficie de las aguas fecales y que volvieron a hundirse...

martes, 23 de junio de 2009

El lobo

En la calle, solitaria y fría, resonaban los pasos de unas suelas duras, de zapatos caros. El repiqueteo constante que las acompañaba podía ser el de un bastón.
De las rejillas de las alcantarillas ascendía un vapor turbio y espeso, vapor que se condensaba justo al lado de la capa del caminante. El hombre alzó la vista desde debajo de la aplia visera y sonrió.
-Ah, pequeño perro-dijo, sonriendo.-Veo que has venido.
El hombre lobo se abalanzó sobre él.
Un bastón estoque tambien puede ser de plata...

Comienzo inconclusivo

Suele pasar que hundirse en si mismo puede traer consecuencias desagradables...puedes encontrarte que llevas dias enteros pensando y pensando y pensando, dandole vueltas a algo que...no tenías que pensar.
Eso es lo que le paso a Fred. Si no hubiera pasado todo su tiempo pensando en sus cosas, en cuanto dinero tenía, en que le quedaba, si estaba contento con su mujer, si sus amigos no le devolvían a menudo las llamadas...
Si no hubiera estado pensando en todo aquello, ahora no estaría a punto de ser devorado por los zombies.
Mala suerte.

sábado, 20 de junio de 2009

Enamorarse es...

Aqui solo vendemos corazones sangrantes, rezaba el cartel.
Él entró, mirando a su alrededor. Era una tienda extraña, a la vez nueva y antigua. Algunos rincones olían a moho; otros al fresco olor de la tierra cuando acaba de llover.
Se acercó a donde estaba el dependiente.
¿Vendian corazones rotos? fue lo que le preguntó.
El dependiente le dijo; no, recuerdos.
Él volvió a preguntar; ¿solamente eso? ¿No son corazones rotos? ¿Quien podría querer un corazon roto?
El dependiente respondió; no, son lágrimas
Creía que solo vendian corazones rotos, dijo él.
El dependiente respondió; no, tenemos sonrisas.
Él quería saber si podía llevarse una sonrisa.
Puedes llevarte todas las que quieras, dijo el dependiente, pero por cada sonrisa recibirás un torrente de lágrimas. De las más amargas.
Se que después de las sonrisas vienen las lágrimas, dijo él, y las sonrisas siempre valen la pena. Pero eso no tiene que ver con un corazón roto...
No es un corazón roto, dijo el dependiente. Es un corazón sangrante.

viernes, 19 de junio de 2009

Metaforas, metaforas...

Nos miramos las caras. Habia sido duro, dificil e inhumano, pero alli estabamos. Frente a frente.
Ella me lanzó una mirada asesina, luego un gruñido. Tenía que mantener su posición, pero yo no podía permitirselo. Saque mi cuchillo y la apuñale, y danzamos, danzamos hasta que nuestros cuerpos sudorosos no podían mas.
Entonces paramos.
Gritamos.
Gemimos.
Y se acabó. Me volví y me quedé dormido.

jueves, 18 de junio de 2009

Asi esta bien

Estaba sentado en la terraza, mirando el cielo.
Pese a que a veces esta bien disfrutar de un momento de calma, no solía dejarse ninguno. Solía intentar ocupar todos sus minutos con segundos, y hacer todo lo que podía. Casi siempre.
Es bueno hacer todo lo que quieres hacer.

martes, 16 de junio de 2009

Espejo espejito...

Esto era un hombre que bajó por las escaleras, se miró en un espejo y dijo...
-¿Que es esto? ¿No seré yo, verdad? Quizás sea solo un demonio que me mira...
No, respondió el espejo.
-Puede que sea un animal que pasa frente a mi...
No, respondió el espejo.
-Quizás es una sombra...
No, respondió el espejo, es un reflejo.
-¿Y eso que quiere decir?
Que eres muy feo...

En ti

La noche era calurosa y hostil, y no tenia nada que hacer salvo tumbarse
y esperar a que el sueño le atrapara de nuevo.
Pensaba en brazos que estaban lejos.
Pensaba en sonrisas dormidas.
En ti, pienso.

domingo, 14 de junio de 2009

El pozo 3

¿Un vampiro?
-¿Quien...quien eres?-dijo Frederic. Su mirada se estaba nublando, y sabía que estaba a punto de desmayarse.
-Si yo fuera usted no trataría de prolongar lo inevitable-dijo aquel ser, avanzando tranquilamente. Su voz era grave y masculina, confiada. Tenía un acento algo extraño.
-Por...por favor...-dijo, poniendose de rodillas.-Antes...quizás antes pensaba que morir no importaba...¡Pero estaba equivocado! ¡Quiero vivir!
El vampiro se paró. Sus ojos brillaban extrañamente en la semioscuridad de la cueva.
-¿Por que piensa de repente que quiere vivir?-dijo. Parecía profundamente interesado.
-Aunque...aunque no haya nadie...-buscaba con todas sus fuerzas las palabras, algo que le salvara-No quiero que acabe asi...por favor, dejeme ir, no se lo dire a nadie...
El vampiro se encogió de hombros, pero parecía un gesto mas de resignación que de indiferencia.
-Comprendera, señor, que eso no puedo permitirlo.-susurró.-Este es mi refugio. Yo...yo tampoco estoy muy interesado en vivir...Lo único que quiero es quedarme aqui. Solo. Con mis pensamientos.
Frederic abrió mucho los ojos. No iba a lograrlo.
-Lo siento, señor, por tenerlo tanto tiempo sufriendo-dijo el vampiro.-Hace mucho tiempo que no hablo con nadie...a veces es agradable la compañía...
-¡Puedo quedarme aqui, con usted!-dijo Frederic, aferrandose a su unica esperanza-¡Le contare como son las cosas alli fuera! ¡Como ha pasado el tiempo!
El vampiro se quedó en silencio, asimilando sus palabras.
-¡Yo le contare como es todo fuera! ¡Dejeme que...!-el vampiro se abalanzó sobre él, asfixiandolo. Una vez el hombre se quedó inmovil, el vampiro clavó sus dos largos colmillos en su pecho, en el corazón, y le fue chupando la sangre. Cuando estuvo saciado, le rompió el cuello y tiró su cuerpo sobre un montón de huesos.
Apagó la vela y se hizo un ovillo contra una de las humedas paredes de piedra.
Tenía razon aquel hombre. Hacía tiempo...hacía tiempo que quería recordar como era vivir. No encerrado en un agujero, sino al ire libre. Sentir el viento en su cara. Hablar con otros seres pensantes. Sentir.
Se puso de pie. No tenía sentido pensarlo mas, ya había tomado la decisión. Sus harapos deberían ser reemplazados, pero ya tendría tiempo mas tarde. Se encamino al borde de la cueva que estaba excavada en el conducto del pozo, y una vez allí volvió la cabeza hacia el cuerpo aun caliente de Frederic.
-Adios y gracias, triste hombre sin nombre-dijo, y en su voz había sinceridad-Me has devuelto la vida.
Su sombra trepó por las paredes de piedra, al exterior. De vuelta al mundo.

El pozo 2

Asomó su cabeza por encima del pozo, mirando en su interior, escrutando. No podía ver nada, y de hecho no había nada que ver. Un pozo. Un agujero. Parecía bastante antiguo, ya que pese a que en un principio le había parecido un bloque compacto de cemento, ahora que se fijaba bien estaba construido con sillares de piedra, que por el tacto estaban muy pulidos...pulidos y lisos como la piedra que, expuesta a la interperie, ha sufrido los embistes de la lluvia durante cientos de años.
Se inclinó para ver mejor. Tenía que tener cuidado y lo sabía; alrededor de algunos pozos el terreno se volvía inestable y peligroso. Podría hundirse en las profundidades y romperse el cuello; o quizas llegaría sano y salvo al fondo, pero nadie podría rescatarle. Nadie le oiría.
Quizás debería tirarse al pozo. Nadie se iba a preocupar por él, nadie le recordaría. Nadie iria nunca a buscarle.
De pronto, hubo un borrón de movimiento en la oscuridad ante él, y el corazón le dió un brinco. Contuvo la respiración, terriblemente asustado.
Había algo delante de él, en el borde del pozo. No sabía que era, pero era una forma oscura, que no se movía ni un milimetro. No vacilaba.
Su corazón casi se le paró, pues, con increible agilidad, una especie de garra se le clavó en el brazo y lo arrastro. Lo arrastró consigo, a las profundidades del pozo.
Gritó, pero sabía que nadie podía oirle. Se hundio mas y mas, en una caida libre que parecía no tener fin, hasta que de pronto notó un tirón que casi le dislocó el hombro. Aquello que fuera que lo estaba arrastrando había parado en seco a mitad de caida, y ahora lo intentaba meter por una cavidad en la pared del pozo. Se debatió, aun sabiendo que era imposible soltarse, y de un poderoso empujón aquello que le llevaba le estrelló contra una pared.
Olía mucho a moho. A moho y podredumbre.
Se quedó muy quieto, con la sangre bombeando con fuerza contra sus oidos. No podía oir lo mas mínimo, salvo su propia respiración agitada.
Una luz se encendió ante él.
Era un hombre muy, muy pálido. En su mano derecha sostenía una cerilla, y encendía una vela que estaba en el suelo. Sus ojos eran castaños, pero por un segundo brillaron como los de un gato.
El hombre sonrió, y Frederic se percató de la extraña forma de sus dientes. Se apretó contra la pared, y gimió de terror.
Los incisivos se habían alargado, y ahora eran como dos pequeños estiletes.
Un vampiro.

El pozo 1

La noche era cerrada y oscura, solo rota por las farolas moribundas.
En las afueras de la ciudad, en aquel lugar en concreto, el ayuntamiento había decidido poner farolas de luz fluorescente. La luz que daban era azulada y mortecina, desagradable. Y oscura.
Aquel día Frederic había tenido un dia duro en la fábrica. No solo había tenido que quedarse haciendo horas extra; además su jefe le había lanzado un par de indirectas...parecía estar queriendo decirle que dentro de poco le despediría.
Maldita sea, penso Frederic. Nadie. Mi mujer se ha ido...y mis hijos estan muertos. No me queda nada. Lo mismo daría acabar con todo ahora mismo.
Su mirada captó algo por el rabillo del ojo. Siempre volvía por allí del trabajo, pero era la primera vez que se percataba de aquello. El muro de tapial que pasaba paralelo a la carretera se había derrumbado, dejano a la vista un descampado austero, al que por muy poco alcanzaba la luz de las farolas.
Se acercó y miró. En el centro del descampad cubierto de matojos había un monticulo...no, no era un monticulo. Era una especie de construcción de cemento.
En circunstancias normales no se habría acercado. Sin embargo, estaba cansado de todo. No tenía miedo de nada...mas aun; quizás la oscuridad le asustase, le inspirase miedo, alguna emoción...aunque sabía que no sería asi. Estaba seco por dentro.
Se acercó al monticulo, y apenas podía ver que era aquello. Sus ojos se fueron acostumbrand lentamente a la oscuridad...
Era un pozo.

Música de piano

Las teclas del piano rodaban por las habitaciones vacías, por los suelos pulidos de marmol que decadas atrás vieron tantas cosas.
El salón, vetusto y arcaico, tenía un gigantesco reloj de pie de caoba oscura. El pendulo había parado hacía mucho tiempo; nadie había querido darle cuerda. Cúantos animados almuerzos habían anunciado las campanadas de aquel reloj; cuantas noches silenciosas había quebrado con su sonido.
Las cortinas de las habitaciones ondeaban al viento, levantando las hojas que se habían colado por las ventanas.
En una de las habitaciones, de espaldas a la puerta, alguien tocaba el piano.
Su cancion era melancólica, triste. Soñaba con los momentos que habían pasado, con los que tenían que venir. Lo único que recordaba era lo oscuro. Ya no se acordaba de aquellos momentos de alegría.
Sus dedos, que antes habían acariciado la piel de su amado, ahora solo desgranaban acordes tristes del teclado.

jueves, 11 de junio de 2009

Hace calor

Se despertó sudando, agobiada por el calor. La fina tela del pijama se le pegaba al cuerpo, impidiendole el movimiento e incomodandola profundamente.
Con la mano derecha se fue desbrochando los botones de la parte superior, agobiada, mientras con la derecha se quitaba los pantalones cortos. Mucho mejor.
Hacía dias que la temperatura había subido, pero no lograba acostumbrarse a ella. Los dias pasaban lentos y pesados, con aquel viento ardiente del exterior recluyendo a la gente en sus casas hasta las horas nocturnas. Entonces salían a tomar algo con sus amigos, o sencillamente a sentarse junto a la puerta y ver pasar a la gente.
Ella no. Se había mudado a aquella ciudad de piedra ardiente en Enero, cuando daba la impresión de que el clima iba a ser frio y húmedo eternamente. Pero no; en aquella ciudad infernal podías caminar por el asfalto y que las suelas se quedaran pegadas al suelo. El problema era que ella esta acostumbrada a vivir de dia y dormir de noche, y aquel calor le impedia dormir. Y de dia estaba tan cansada que apenas podia hacer nada.
El calor era un grillete al rojo que no se podía quitar.

miércoles, 10 de junio de 2009

La vieja mansion

Era una mañana fría y oscura. Las sombras de los arboles danzaban sobre el viejo asfalto, proyectando sombras melancolicas sobre la carretera que llevaba a la mansion. De vez en cuando pasaba una rafaga de brisa, levantaba la hojarasca y el lugar volvia a quedar en silencio.
Hacía años que nadie pasaba por allí.

martes, 9 de junio de 2009

Lucha II

...lanzandole pequeñas estocadas. Fubar apenas se inmutó. Tan solo estaba buscando debilidades en su defensa, y mientras menos le mostrase mejor sería.
Mantenía la calma. Era mejor buscar la debilidad de tu adversario antes de asestar el golpe.
Su poderoso brazo relampagueó, golpeando un costado del joven. Esta vez Grumdril probó el acero, pero la gruesa armadura de cuero que llevaba desvió ligeramente el impacto y lo amortiguó. De no haberla tenido, en aquel instante el joven tendría las costillas aplastadas y ensangrentadas por el corte; el brazo de Fubar podría machacar la cabeza de un carnero.
El duelo se estaba prolongando demasiado, y eso no le gustaba nada a Fubar. Tenía que establecer su superioridad...aunque fuera con alguna treta sucia.
El suelo de la sala estaba lleno de fina tierra; de una patada mandó un puñado a la cara de su contrincante, cegandolo. El joven gritó con frustración, y como se sabía perdido comenzó a lanzar tajos al aire.
Ya no tenía sentido.
La espada de Fubar hendió el craneo de Grumdril como si fuera un melón maduro, y los huesos al romperse crujieron desagradablemente. La sangre manó, salpicandole el rostro de ceño fruncido y las ropas de jefe, pero a Fubar no le importó. Con una patada sacó la espada del amasijo que era ahora la cabeza del joven guerrero y la limpió en sus ropas.
Nadie le volvería a retar...por un tiempo.

lunes, 8 de junio de 2009

Lucha I

-Has acabado con mi paciencia, Grumdril-dijo el jefe, levantandose de su trono de pieles-Desenfunda tu acero; a ver si esta tan afilado como tu lengua.
El joven guerrero Grumdril sacó su espada y adoptó una posición de combate. La ocasion que habia estado esperando estaba ante él; por fin el jefe se había decidido a pelear con él, y era su oportunidad para derrotarle y hacerse con la aldea. Sería el jefe, por fin.
Fubar, el jefe, desenvainó a su vez su espada. Acero nórdico, duro y a la vez flexible. Había sido la espada de un rey, robada hacia años en un saqueo en el que participó Fubar. La hoja estaba algo mellada, pero con ella le cerraría la boca de una vez por todas a aquel niñato insolente.
El acero trazó una parabola, rápido como el pensamiento. El joven Grumdril era bueno, pero su postura tenía muchos huecos; acabaría con él muy rápido.
Sin embargo, su espada se desvió de su trayectoria. Grumdril había desviado su corte, y ahora estaba caminando en circulos a su alrededor...

sábado, 6 de junio de 2009

La extraña

La noche se marchitaba a su alrededor como una flor seca. Había pasado horas y horas en vigilia constante, trabajando, hablando, bebiendo hasta la embriaguez...y ahora el mundo a su alrededor parecía dar vueltas.
Estaba intentando centrar su vista la esfera del reloj de pulsera cuando una mano le tocó en el hombro.
Alzó la vista, y allí estaba ella.
Dulce y perfecta como una flor, sus pies flotando etéreos como el aroma de la lluvia. Sus ojos azules se clavaron en él, expectantes y asustados como los de un cervatillo. Él no comprendía por qué ella le miraba así.
-Que...¿que te pasa...?-inquirió, tambaleandose hacia atrás. Ahora lamentaba haber bebido tanto.
Ella tembló como una hoja en una tormenta y se aferró a las solapas de su chaqueta. De su pelo llegaba un aroma a flores. Instantáneamente, él deseo abrazarla, tomarla para si, pero se controló. Estaba borracho, pero no era un maleducado.
-Por favor...¿puedes acompañarme? Hace frío...y estoy tan sola...-su voz era suave y melodiosa. Y sensual.
No podía resistirse a semejante petición, y tampoco a semejante mujer. Se quitó la chaqueta y se la puso por encima de los hombros a la chica, mientras con un brazo la cobijaba.
-Venga...te llevare...solo dime...dónde-titubeó.
Ella le miró y sonrió. Ya lo tenía en la palma de su mano. Ahora solamente tendría que llevarlo a algun callejón oscuro...y habría terminado el encargo.

Poesia de estas cutres que parecen escritas en el borde del libro de lengua

Ya lo pensaste, amiga
ya sabes que todo acaba en desastre.
La decisión sombría de una vida sin sueños
sería vivir sin amarte.
Y aunque me quede el arte,
sería escapar de lo bueno,
mandarlo todo al traste.
Asi que dejame besarte
y soñar.

miércoles, 3 de junio de 2009

¡Libre!

El cielo estaba azul, un azul penetrante y limpio que bañaba la vista con su resplandor. Pequeñas nubes lo salpicaban aqui y alla, y él caminaba sobre los tejados con paso elástico.
Tranquilo.
Solo tenía que resbalar un pie y caería al suelo, pero no iba a ocurrir. Estaba tranquilo, relajado, disfrutando del sonido del viento en sus oidos, del murmullo lejano de la calle bajo él. De la luz del sol tardío bañandole las mejillas.
Se sentó en lo alto de un tejado, mirando el devenir de las hormiguillas, con sus coches y sus preocupaciones.
Sonrió.
Se sentía libre.

La primera vez

Estaba sentada en un banco, como todos los dias.
A su alrededor pasaban los chicos jovenes, despreocupados y alegres unos, tristes y callados otros. Cuando ella había sido joven los chicos y las chicas estudiaban en sitios separados. Veía a los niños en la calle de enfrente, caminando en grupos, y se preguntaba que era lo que pensaban. Los chicos la miraban y ella se escondía.
¿Se preguntarían los chicos lo que ella pensaba o sería como todas sus amigas le decían?
Ten cuidado con los chicos. Los chicos solo quieren una cosa.
Lo guardó con celo y cuidado, y al final se lo entregó a alguien, alguien que la trató con dedos nerviosos y torpes. La primera vez no fue agradable. Ni siquiera disfrutó de los nervios y la emoción de hacer aquello.
Las siguientes veces fueron mejores, pero no mucho más.
No tenía sentido arrepentirse, y de hecho no lo hacía. El ser impulsivo formaba parte de ser joven, y asi tenía que ser. Era lo mejor. Era lo correcto.
Un sonido a su lado la sobresaltó. Un hombre mayor, con un sombrero de fieltro de ala ancha, acababa de sentarse en el mismo banco que ella. No se dio cuenta de la mirada que ella le clavaba.
Él estaba concentrado en sus recuerdos.
Aquella primera vez en la que sus dedos se movieron torpes y nerviosos.

martes, 2 de junio de 2009

Paja

Así no hay manera.
Duerme mi niño...

Encefalograma plano

Los sentimientos son montañas rusas.
El subconsciente es una montaña rusa.
La locura es una montaña rusa.
Pero ahora mismo todos mis vagones caminan sobre suelo llano.