lunes, 8 de junio de 2009

Lucha I

-Has acabado con mi paciencia, Grumdril-dijo el jefe, levantandose de su trono de pieles-Desenfunda tu acero; a ver si esta tan afilado como tu lengua.
El joven guerrero Grumdril sacó su espada y adoptó una posición de combate. La ocasion que habia estado esperando estaba ante él; por fin el jefe se había decidido a pelear con él, y era su oportunidad para derrotarle y hacerse con la aldea. Sería el jefe, por fin.
Fubar, el jefe, desenvainó a su vez su espada. Acero nórdico, duro y a la vez flexible. Había sido la espada de un rey, robada hacia años en un saqueo en el que participó Fubar. La hoja estaba algo mellada, pero con ella le cerraría la boca de una vez por todas a aquel niñato insolente.
El acero trazó una parabola, rápido como el pensamiento. El joven Grumdril era bueno, pero su postura tenía muchos huecos; acabaría con él muy rápido.
Sin embargo, su espada se desvió de su trayectoria. Grumdril había desviado su corte, y ahora estaba caminando en circulos a su alrededor...

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