domingo, 14 de junio de 2009

El pozo 2

Asomó su cabeza por encima del pozo, mirando en su interior, escrutando. No podía ver nada, y de hecho no había nada que ver. Un pozo. Un agujero. Parecía bastante antiguo, ya que pese a que en un principio le había parecido un bloque compacto de cemento, ahora que se fijaba bien estaba construido con sillares de piedra, que por el tacto estaban muy pulidos...pulidos y lisos como la piedra que, expuesta a la interperie, ha sufrido los embistes de la lluvia durante cientos de años.
Se inclinó para ver mejor. Tenía que tener cuidado y lo sabía; alrededor de algunos pozos el terreno se volvía inestable y peligroso. Podría hundirse en las profundidades y romperse el cuello; o quizas llegaría sano y salvo al fondo, pero nadie podría rescatarle. Nadie le oiría.
Quizás debería tirarse al pozo. Nadie se iba a preocupar por él, nadie le recordaría. Nadie iria nunca a buscarle.
De pronto, hubo un borrón de movimiento en la oscuridad ante él, y el corazón le dió un brinco. Contuvo la respiración, terriblemente asustado.
Había algo delante de él, en el borde del pozo. No sabía que era, pero era una forma oscura, que no se movía ni un milimetro. No vacilaba.
Su corazón casi se le paró, pues, con increible agilidad, una especie de garra se le clavó en el brazo y lo arrastro. Lo arrastró consigo, a las profundidades del pozo.
Gritó, pero sabía que nadie podía oirle. Se hundio mas y mas, en una caida libre que parecía no tener fin, hasta que de pronto notó un tirón que casi le dislocó el hombro. Aquello que fuera que lo estaba arrastrando había parado en seco a mitad de caida, y ahora lo intentaba meter por una cavidad en la pared del pozo. Se debatió, aun sabiendo que era imposible soltarse, y de un poderoso empujón aquello que le llevaba le estrelló contra una pared.
Olía mucho a moho. A moho y podredumbre.
Se quedó muy quieto, con la sangre bombeando con fuerza contra sus oidos. No podía oir lo mas mínimo, salvo su propia respiración agitada.
Una luz se encendió ante él.
Era un hombre muy, muy pálido. En su mano derecha sostenía una cerilla, y encendía una vela que estaba en el suelo. Sus ojos eran castaños, pero por un segundo brillaron como los de un gato.
El hombre sonrió, y Frederic se percató de la extraña forma de sus dientes. Se apretó contra la pared, y gimió de terror.
Los incisivos se habían alargado, y ahora eran como dos pequeños estiletes.
Un vampiro.

2 comentarios:

  1. envistes existe? envite o embistes (de embestida)

    bueno parece que no termina aqui la historia jejeje le muerde? o te vas a inventar otra manera para alimentarse de los vampiros?

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  2. ciertamente, es embistes xD (es que escribir de corrido es lo que tiene xD)
    y mhhh...hombre, estan los flipados de los vampiros psiquicos, que son unos enfermos mentales que dicen que son vampiros pero que envejecen y que se alimentan de comida pero tambien de la energia vital de la gente...si es que...
    no es coña; http://www.sacred-texts.com/goth/vc/index.htm

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