miércoles, 6 de mayo de 2009

Una tarde cualquiera, de cualquiera

Estaba sentado en la escalera. Estaba sentado en la escalera, y me abrazaba las rodillas.
Tenía una canción metida en la cabeza, y no conseguía quitarmela. No era que quisiera hacerlo, a decir verdad. Era una canción agradable.
Solo en el rellano de la escalera, con el marmol frío atravesando la fina tela de mis pantalones cortos, estaba mirando por la ventana. Fuera había un patio interior, blanco, pintado con esa pintura acrílica que se supone que tiene que resistir al agua y que con el paso del tiempo se agrieta y comienza a caerse a desconchones. El patio era un agujero largo, profundo, en el edificio. Si me asomaba por la ventana y miraba hacia abajo, podría ver el estrecho agujero de cinco pisos en caida vertical.
No me levanté.
La luz del sol entraba por la ventana, y golpeaba la pared rugosa en la que tenía apoyado mi hombro. La escalera subía, hasta llegar a un rellano que había arriba, donde una puerta metálica daba a la azotea. Había otra puerta metálica, pero daba a la sala de ascensores, y cada vez que uno de ellos se ponía en marcha hacía un ruido infernal. Estaban viejos.
La luz del sol se estaba tornando anaranjada e iluminaba suavemente la pared, porque la ventana por la que entraba estaba sucia, muy sucia. Saqué la llave; por aquel entonces ya tenía mis propias llaves.
Me apetecía subir a la azotea. Mirar como el sol se escondía detras del horizonte, detrás de aquel monte sin nombre (el cerro del Carambolo) y teñía los cielos con sus tintes morados, rojos, anaranjados, amarillos. Ver las nubes deslizarse, y notar el viento en mis piernas a medida que éste se hacía mas frío.

Desde ésta casa no se ve el atardecer.

2 comentarios:

  1. ni de esa ni de esta, quien hubiera dicho notar el viento en las piernas en vez de en la cara jejejeje

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  2. (se me habia pasado comentar este antes xD)
    es que en las piernas hace fresquito jejejejee
    veranooooo

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